Esta mañana hemos estrenado
nuestro espectáculo de teatro solidario “Y ahora, algo totalmente distinto” en
el centro penitenciario de menores L’Alzina.
Nos habían advertido de lo
complicado que era actuar en este lugar. Son menores conflictivos, con pocas
ganas de estar sentados viendo teatro. Sin embargo, el lado positivo es que no
se puede tener un público más honesto que este. En el teatro convencional, el
público guarda un respetuoso silencio durante la actuación para luego acercarse
y felicitarte educadamente, de manera que se te hace difícil saber si realmente
ha gustado. Tanto es así, que no pocos directores prefieren aguardar de
incógnito en el vestíbulo a que acabe la obra para escuchar los comentarios del
público al salir. Sin embargo, donde hemos actuado hoy nada de eso es
necesario. El público de hoy, si no le gusta, te lo hace saber claramente. Esos
chavales están en su casa, así que se levantan y se van, cuando no te gritan,
silban o insultan. Por el contrario, si les gusta, es el público más agradecido
del mundo.
Aunque íbamos mentalizados para
tirar hacia adelante la obra con profesionalidad pasara lo que pasara, nos
preocupaban las reacciones. Muchos estábamos bastante nerviosos. Sin embargo,
ha sido todo un éxito. Los chavales han disfrutado desde el primer minuto hasta
el último, se han reído, han captado el humor surrealista de los hermanos Marx
o de Monty Python, han interrumpido para aplaudir y jalearnos. Al final, hemos
acabado aplaudiéndonos los unos a los otros. Ha venido el director del centro
para agradecernos nuestra presencia, mientras que el responsable de los
educadores nos ha felicitado por la calidad del espectáculo. Todos estaban entusiasmados
y sorprendidos de que un teatro de esta envergadura tuviera la deferencia de
actuar en su centro y encima sin cobrar un céntimo.
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Los miembros de la compañía al salir del centro tras el espectáculo |
No hemos cambiado el mundo, por
supuesto. Habríamos sido unos ingenuos si lo hubiéramos pretendido. Sólo hemos
introducido un poco de distracción a un colectivo marginal, pero también es verdad
que con ello les estamos enviando un mensaje de que el mundo de allí fuera
sigue siendo el suyo, que allí está aguardándoles. Según palabras de Omar
Rueda, antiguo actor de la compañía y teatroterapeuta que nos ha introducido en
este mundo, la de hoy es la mejor contribución a su futura reinserción que puedan
tener.
En tiempos tan complicados como
los que nos ha tocado vivir, está en la mano de todos hacer pequeños gestos para
que, al menos, nuestro mundo sea un lugar más agradable en el que vivir. Y es
que de esta crisis sin duda saldremos más pobres, pero tenemos la oportunidad
de salir también mejores personas. Al margen de las castas del poder, que viven
cada vez más alejadas de todo, en la gente de a pie se va desarrollando una
actitud de solidaridad recíproca muy aleccionadora. Y en este proceso, el mundo
de la cultura no puede quedar al margen. Esta es la razón de ser de nuestro
proyecto.
Así pues, seguimos. Este jueves
tenemos un nuevo desafío, el centro penitenciario de Quatre Camins, con más de
dos mil reclusos adultos. Unas semanas más tarde actuaremos para gente de la
tercera edad en Barcelona.
Estamos abiertos a realizar
nuestro espectáculo ante cualquier colectivo en riesgo de exclusión social.
Basta con que se nos facilite un espacio y se convoque a la gente para un día y
una hora determinados. No cobramos un céntimo.
Profesionalidad, dignidad, ritmo,
frescura y, ante todo, humor a raudales. Estas son nuestras credenciales. Si
alguien da más, encantados. Cuantos más seremos, más reiremos.
Y a vivir, que son dos días.
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